
Está pintado de verde y eso no es casualidad. El Roma es el lugar donde se reúnen, todos los domingos, los panzers antes y después del partido, se gane o se pierda. Toda la familia comparte risas y los mayores también comparten cervezas. “El Alegría” es quien lleva la batuta en el estadio y en el bar con los cánticos caturros: “Vaaalparaíso, la ciudad más hermosa de Chile, Valparaíso Patrimonio de la Humanidad, Playa Ancha, Plaza Echaurren, El Litre, Rocuant, Rodelillo, el callejón de los miaos, el Siete Machos, el Wanderers”. Puedes ser un desconocido, o amar a otro equipo, pero el sólo hecho de que estés ahí, compartiendo el mismo espacio, es necesario para que te ofrezcan una conversa y vasos de cervezas. Era domingo, después del partido entre Wanderers y Puerto Montt, a la misma hora que habíamos ido el jueves. Llenos de prejuicios, nos ubicamos entremedio de los panzers, no conocíamos a nadie. Y no nos sabíamos los cánticos ni hinchábamos por el Wanderers. Dos desconocidos en el lugar donde todo el mundo se saludaba afectuosamente, los niños jugaban mientras los mayores jugaban el tercer tiempo del partido, abuelos, jóvenes, trabajadores, estudiantes, portuarios, rockeros, hippies entre otros conformaban la familia porteña. Ya nos estábamos preparando para partir, cuando se nos acercó uno de los que la llevaban en la barra, “el Alegría” ofreciéndonos un poco de cerveza y cigarros, pero por sobre lo consumido, nos estaba ofreciendo un buen momento para compartir. Después se acercó más gente, “el Argentino”, “el Loco Tuto” y “el Carloco”, todos querían conocernos, nadie nos reprochó que no fuéramos porteños ni wanderinos. Se acabó la cerveza y la conversación seguía, los panzers nos cantaban y la piel se nos ponía de gallina.