domingo, 17 de junio de 2007

Vós lo sabés Sabina


Don Sabina:

Yo sé que le parecerá extraño que le escriba, pero resulta que me duele la muela y, según acabo de leer, usted camina ahora por estas tierras que, mientras no acaben por venderlas también, siguen siendo mexicanas. Entonces pensé yo que, aprovechando que me duele la muela y que usted camina ahora bajo estos cielos, pudiera yo escribirle y saludarlo e invitarlo a echarse un "palomazo" con el SUP( a larga distancia, se entiende). ¿Qué dice usted? ¿Cómo? ¿Que qué tiene que ver el dolor de muela con el "palomazo"?. Bueno, tiene usted razón, debo explicarle entonces la muy extraña relación entre el dolor de muelas, el que usted camine por estas tierras, la larga distancia y una muchacha. No, no se sorprenda usted de que ahora haya aparaecido una muchacha. Siempre aparece una, vos lo sabés Sabina.


Bien, resulta que cuando yo pasaba por esa etapa difícil en que uno descubre en que ya no es más un niño y tampoco alcanza a ser un hombre (esa etapa, vos lo sabés Sabina, en que las féminas se transmutan de molestas a interesantes y hay que ver la de problemas que esto provoca), conocí a un viejo que, sin que se lo pidiera, decidió que tenía que darme un consejo sobre esos seres incomprensibles pero tan amables que eran, y son, las mujeres.

“Mira muchacho —me dijo— la vida de un hombre no es más que la búsqueda de una mujer. Fíjate que digo ‘una mujer’ y no ‘cualquier mujer’. Y por ‘una mujer’, muchacho, me estoy refiriendo a una de “única”. El problema está en que el hombre siempre queda con la duda de si la mujer que encontró, si es que encuentra alguna, es esa ‘una mujer’ que estaba buscando. Yo ya estoy viejo y he descubierto una fórmula infalible para saber si la mujer que uno encontró es la ‘una mujer’ que estaba uno buscando...”

El viejo se detuvo a ver hacia todos lados, como temiendo que alguien más lo escuchara. Yo sentí que algo muy importante estaba a punto de serme revelado, así que puse cara de circunstancia y saqué discretamente un papelito y un lapicero para tomar nota, no fuera a ser que se me olvidara la fórmula (de por sí batallaba mucho con las matemáticas). El viejo carraspeó y, sin poner atención en mi papelito y mi lapicero, me confió:

“Si tú le dices a una mujer que te duele una muela y ella, en lugar de mandarte al dentista o darte un analgésico, te abraza y deja que recuestes la mejilla en sus pechos, entonces, muchacho, esa mujer es la ‘una mujer’ que andabas buscando...”


DE UNA CARTA DEL SUBCOMANDANTE INSURGENTE MARCOS (L)
A JOAQUÍN SABINA (L).-

Desde los cerros de este puerto de insurrectos*

4 comentarios:

Anónimo dijo...

aunque no este de moda la chiby, la extraño igual no mas :)

[saиgяecoиleche] dijo...

oye chibyta, sabís ke?
ese método infalible no lo es tanto, a veces me dicen ke recueste la mejilla, y luego nunca más la veo.(nunca más la ví, mejor dicho).
pero el pasado está pisoteado a estas alturas.

mashimiguo dijo...

emocionante el texto ese
hace pensar que hay una sola mujer para uno
pero no se donde chucha está
(al menos en el lider no está a la venta)

creo que colocaré mi mejilla en cada pecho a ver cual es mi mujer
:B

un besote silvia magni
extrañandola solo un poco
(y te venís luego y la conchesumare)
:*

Anónimo dijo...

¡Genialísimo! La carta está medio buena.. Y digo medio buena, por que es de lo poco bueno que ya tiene el Sub aquí en México. Después de haberse vendido al Sistema, lo mejor que pudo hacer es redactar esa carta tan simpática.

Saludos Mexicanos

México, D.F., 23 de enero del 2008.